A finales de la prepa empecé a andar en bici con el Pollo y Rod. Lo agarramos muy recreativo, por la calle y en ocasiones al cerro. Cuando volvimos a llevar clase con Memo nos invitó a Sapioriz a andar en bici. Un recorrido muy tranquilo, y no muy exigente. Un camino ancho sin subida junto al río.
En aquel entonces no tenía la condición, la fuerza y el aguante sobre el asiento que tengo ahora. Aunque a decir verdad ahorita no traigo nada, estoy mejor que cuando empecé. Nunca pude terminar el recorrido que es de alrededor de 80kms (ida y vuelta).
Hace algunas semanas regresé a donde se podoría decir que empezó todo. Donde me presentaron el ciclismo de montaña en su versión light, rodando en una benotto doble suspensión que pesaba como moto y avanzaba más lento que un triciclo apache.
Después de haber estado inactivo durante todo un semestre me subí a la bici. Llevaba 10 días entrenando cuando fui a Sapioriz. Nadie me quiso/pudo acompañar, así que me decidí a hacer el recorrido solo, para verme con Alma y Alfredo en los sabinos para escalar.
Inmediatamente vinieron muchos recuerdos a mi mente, de las diferentes ocasiones en las que había ido a Sapioriz. Nunca me había tocado ver el río con tanta agua. Esto solo me trajo incertidumbre. En alguna ocasión me comentaron que para llegar a la presa tenías que cruzar dos veces el río. La corriente estaba muy fuerte, y no quería convertirme en una estadística más. Sin embargo, decidí no pensar en eso y seguir adelante, y ya que tuviera que cruzar el río evaluar la situación.
Pasé los diferentes puntos en donde generalmente nos parábamos a descansar. Hubo un momento en que el camino ya no me fue familiar. Me encontré a alguien arriando vacas, quien me desmintió sobre el cruce del río, lo cual me tranquilizó un poco.
Más adelante el camino desapareció en el agua. No hubo más opción que buscar otro camino (regresar no era opción). Seguí hasta que me topé con el río. Ya no había camino, ni terreno por el cual buscar otra opción. Solo río de un lado y montaña del otro. No sabría cómo llamar a lo que hice empezó como una especie de psicobloc pero pedaleando, terminó siendo un psicobloc que considero un mmm 7C, con clips (lo zapatos para la bici) y cargando la bici. No era una ruta difícil, pero el hecho de cargar la bici es muy incómodo y no usar gatas lo hace más difícil, además del hecho de que solo puedes usar una mano. En ese momento pasaban varias cosas por mi mente como "Para qué vine? qué necesidad de hacer esto? Por qué no esperé a que alguien me pudiera acompañar?". Después de escalar empecé a reconocer el camino, estaba por salir del cañón de Fernández, pasé por las cuevas del psicobloc, lo cual signifcaba que estaba muy cerca de los sabinos.
Me había calculado de tiempo para llegar a los sabinos una hora después que Alma y Alfredo. Cuál fue mi sorpresa cuando llegué y no los encontré. Por suerte había un espacio muy pequeño en el que sí había señal, logré hablar con Alma y me dijo que llegarían en una hora, que extrañamente se convirtió en dos. Durante la espera y antes de tirarme en una piedra a tomar el sol, pretendía ir al pueblo a comer algo. Para esto tenía que cruzar el río. Vi una parte del río muy angosta y corriente relativamente tranquila, así que decidí aventurarme. Pasé esta parte sin tanto problema, pero al llegar a la segunda parte que tenía que cruzar me quedé como Alexander Supertramp, solo me faltaba el Magic bus. De una orilla a otra eran fácil cien metros de río, con una corriente salvaje lista para devorarme.
Busqué llegar al pueblo por otra ruta, pero regresé a tirarme y esperar a que llegaran, para que me dieran la noticia de que su plan era acampar. Así que si esperaba regresarme con ellos tendría que esperar hasta el siguiente día. Me quedé un rato más a darle unos pegues a un desplome que según Alfredo es un 11, pero Alma y yo alegamos que es un 11.D o 12. No tuve mucho éxito después de haber abandonado la escalada algunos meses.
No quedaban muchas horas de sol así que tuve que emprender mi regreso que no estaba del todo planeado. En el regreso la escalada cargando la bici me costó un poco más, y la sentí más riesgosa.
Los pensamientos de unas horas antes regresaban a mi mente. Alrededor de 10kms antes de llegar a Sapioriz se ponchó la llanta trasera. El slime no siempre lo puede todo. Perdí tiempo cambiando la llanta. Había olvidado la lámpara en la casa, pero logré llegar a la camioneta justo al oscurecer.
Es un recorrido que probablemente repita varias veces, para mezclar la escalada con la bici de montaña, aunque habrá que meterle más kms, talvez saliendo de la casa. Se dice fácil, a ver si no me tardo 5 años en hacerlo, como este recorrido.
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